Proponete este año sostener lo que se logró para que eche raíces profundas y se transforme en cultura.
Delegar más y generar autonomía del equipo. Mejorar la comunicación con X área. Irnos a casa más temprano. Desarrollar nuevas unidades de negocio. Disfrutar de lo que hago. Tener más tiempo para mí y para mi familia. Estos son algunos de los logros de nuestros clientes durante este año que en pocos días termina. Lamentablemente, en más de una década de trabajo en distintas organizaciones, es frecuente que algunos de estos cambios no se instalen profundamente y no se sostengan en el tiempo. Aunque estas iniciativas hoy estén funcionando a pleno, puede retroceder rápidamente si no trabajamos para sostenerlas.
Suele ocurrir, en la vida personal y en el trabajo, que cantamos victoria antes de tiempo y damos por cumplido el objetivo por el mero hecho de que el nuevo estado se ha alcanzado. Relajamos la disciplina y dispersamos nuestra atención hacia otros problemas más urgentes, o nos apuramos a iniciar un nuevo programa de cambios. Por distracción, por fatiga, por complacencia, por ser demasiado confiados o por la presión de generar novedades, no le damos tiempo para enraizar a eso que con tanto esfuerzo supimos conseguir. Una vez que la plantita del nuevo comportamiento ha llegado a cierta altura le retiramos el tutor y la dejamos a merced de los vientos. La inercia de la vieja manera de hacer las cosas se va colando de a poco, subrepticiamente, debilitando las raíces y volviendo cada vez más lenta la savia que hizo posible el logro, hasta que se estanca. No falta mucho para que la planta se marchite y la situación retorne al status quo anterior. En el camino quedaron meses de buenas intenciones, cuidados e inversiones en recursos, tiempo y energía.
Muchas veces, cuando formulamos las intenciones para el año que comienza, junto con las metas nuevas nos encontramos repitiendo siempre los mismos objetivos, esos que cada año los comenzamos y cada año se caen y hay que volver a empezar. No solamente es perjudicial por la pérdida de tiempo y energía que significa, sino porque agota a las personas y hace crecer el escepticismo. “¿Otra vez lo mismo?”, se preguntan. Al debilitarse la confianza, es menos probable que tengan ganas de volver a hacer el esfuerzo de acompañarnos en este viaje.
Los expertos en cambio dicen, con acierto, que cambiar no es lograr sino sostener. Cuando parece que todo va sobre ruedas, es muy tentador marcar el casillero del cambio como logrado, limpiarlo de la superficie del escritorio y guardarlo en un cajón. La declaración del triunfo es un canto de sirena que en vez de conducirnos a nuevos mares nos deja anclados en la complacencia. Cuando nos percatamos de que el impulso se va volviendo más lento, que lo que hay que hacer se pospone indefinidamente y que poco a poco vuelven los viejos hábitos queremos creer que son tropezones, y que ya vamos a volver al camino correcto. Nos decimos que no es tan grave, que después de tanto tiempo de duro trabajo nos merecemos un pequeño descanso. No nos damos cuenta de una vez que empezamos a retroceder es muy difícil revertir la fuerza de la inercia. Mientras hacemos la plancha confiados, además, se van fortaleciendo los núcleos de resistencia que estaban en bambalinas esperando su oportunidad para declarar el fracaso.
Las nuevas prácticas, las nuevas conductas, son frágiles y necesitan cuidado. Es por eso que este fin de año te proponemos que, además de pensar en lo nuevo, reflexiones sobre los logros de los que formás parte o venís liderando. ¿Estás seguro de que se van a sostener en el tiempo? ¿Qué estrategias vas a implementar para proteger lo que se ha alcanzado y hacerlo perdurable?
Para cuidar lo logrado vas a necesitar aliados que asuman con vos el compromiso, que se adueñen del cambio y se conviertan en tutores responsables de lo conquistado. Que te ayuden a mantener el sentido de urgencia y la disciplina, que sigan nutriendo la visión y colaboren con vos en la planificación y la implementación de las estrategias para que el cambio se vuelva autoportante, se multiplique, se potencie y eche raíces profundas en la cultura de la compañía.
Andrea Churba