¿Qué quiero conseguir? ¿A dónde quiero llegar en mi trabajo, con mi profesión? ¿Qué me gusta, qué me hace feliz?
En un entorno cambiante y competitivo, si quiero crecer y evolucionar, lo peor que puedo hacer es quedarme esperando a que se alineen los planetas o a que alguien me acerque una oportunidad. Probablemente, nada de eso vaya a pasar. También es idealista e ingenuo ese enfoque, tan difundido hoy, que pregona que “Todo lo que te propongas lo podrás lograr”. Claramente, no todo depende de mí. Pero las probabilidades de llegar a donde quiero aumentan cuando me asumo como protagonista de mi propio desarrollo, salgo a provocarlo y lo gestiono como mi mejor proyecto.