Ya quedan muy pocos días para que termine el año. Es muy importante que hagamos una pausa y generemos espacios para celebrar juntos los logros del año transcurrido.
Y no nos referimos sólo a las victorias importantes, a los grandes resultados. Cuando apreciamos y celebramos, nos estimulamos a poner foco en las ocasiones en las que algo salió bien, a poner en primer plano las experiencias satisfactorias, lo que aprendimos, lo que nos mantuvo en el rumbo, lo que sirvió, lo que nos hizo sentir bien. Shawn Anchor, en su libro The Happiness Advantage, asegura que el cerebro conectado con lo positivo, con los logros, es 31% más productivo que si estamos conectados con lo negativo o lo neutro. Si somos positivos en el presente lograremos más éxitos en el futuro, trabajaremos más rápido y con más inteligencia, con menos estrés y más felicidad. Para que el cierre de año sea memorable e inspirador, conviene generar espacios y tiempo dedicados a ese fin, donde podamos mutuamente expresar en forma concreta qué logros queremos celebrar, tanto a nivel individual como de equipo. A compartir con los demás cómo logramos lo que logramos. Al contarnos la metodología se hace gestión de conocimiento, ya que se crea un cofre común de recursos y buenas prácticas al que todos pueden recurrir cuando lo necesiten. También pone de relieve, sin intervención del líder, quiénes pueden ser los referentes internos sobre determinados temas, lo que contribuye al desarrollo de mayor autonomía del equipo.
Pensar en las razones para celebrar nos lleva a registrar que el éxito no depende únicamente del esfuerzo individual, sino de una red de personas que contribuyeron con su ayuda, su guía, su colaboración o su actitud para hacerlo posible. Agradecer a quién o quiénes nos ayudaron en el logro es, a la vez, un ejercicio de humildad y un aglutinante que refuerza los vínculos. La expresión de agradecimiento no tiene como fin la mera cortesía, sino la valoración y el reconocimiento de conductas específicas que cada uno quiere reforzar en otros para el futuro: “Valoro tu empatía para comunicar”, “Te agradezco que me involucres en.”, “Celebro que te anticipes .”, “Agradezco tu apoyo para.”, “Celebro que me hayas insistido en exponer X tema”, “Aprecio tu osadía para intentar algo nuevo, aunque no haya salido como esperábamos”, “Valoro tu compromiso para aprender”, “Celebro tu buen humor, que hace mis días más felices”, “Aplaudo tu capacidad para hacer posible lo que hace un año atrás parecía imposible”, “Valoro tu entusiasmo para contagiar el cambio”, “Te agradezco que hayas accedido a negociar el tiempo de entrega”, “Gracias por mostrarme lo que yo no podía ver”.
De este modo, cada uno recibe datos concretos, que previenen inferencias, sobre cuáles son las actitudes, habilidades y conductas valoradas por el otro, sean quien lo lidera o no. El intercambio funciona como un GPS que orienta los pasos futuros hacia lo que es importante hacer y seguir haciendo para el propio desarrollo y el del equipo o proyecto, y para consolidar la cultura deseada. Al mismo tiempo, suscita un estado de ánimo colectivo poderoso y perdurable que, aun en los momentos más adversos, hace que valga la pena el esfuerzo. La consciencia de lo que somos capaces de conseguir genera una mística de equipo que nos fortalece y nos vuelve más resilientes para enfrentar los desafíos que vendrán.
Cerrar el año con un evento es más que brindar y hacer balances: es festejar la cosecha, agradecer los frutos y preparar el terreno para la próxima siembra.