Una imagen vale más que mil palabras. Aunque no nos demos cuenta, nuestro lenguaje cotidiano está impregnado de metáforas y analogías. Nadie se para a pensar que está usando una figura retórica cuando dice que necesita bajar tres cambios, que un compañero del equipo de ventas es Maradona, que se nos viene la ola encima o que ya se empieza a ver la luz al final del túnel. Y tampoco lo tiene que explicar: la ventaja de las metáforas es que condensan ideas, situaciones, emociones y estados de ánimo en una imagen simple y efectiva.