El mes pasado, organizamos nuestra primera jornada #somosjefas junto con Andrea Churba, nuestra especialista en coaching laboral, creadora del método Business Therapy. Lanzamos una convocatoria desafiante, debían aplicar mujeres líderes del mundo corporativo, idealmente con gente a cargo y ganas de sumar nuevas herramientas. Para nuestra sorpresa, se anotaron más de 500 personas, todas ohlaleras ocupando roles de poder, pero como en el auditorio de la Escuela Argentina de PNL y coaching, que amorosamente nos prestó el espacio, no entrábamos más de 80, decidimos compartir la experiencia en vivo desde Facebook Live (es más, todavía podés encontrar los videos del encuentro en nuestro perfil).
Para todas nosotras, la organización de este evento significó más horas de trabajo, hacer tareas nuevas, convertirnos en anfitrionas, encontrar los aliados correctos para hacerlo posible, interactuar más efusivamente con otras áreas de la empresa; fue el descubrimiento de que #somosjefas late bien adentro de nosotras, y el esfuerzo valió la pena cuando nos dimos cuenta de que esta comunidad de mujeres, cuando se encuentra, escucha, comparte, se vuelve aún más fuerte.
“Es clave hacernos responsables de nuestro propio desarrollo con timing -empezó Andrea la charla–, porque hay veces que el cambio es ya, inminente, y eso nos obliga a transformarnos ahora, pero otras veces el cambio es en el futuro, sabemos que se viene, y podemos direccionar nuestro presente según a dónde queramos arribar”. Entonces, durante las dos horas que duró el workshop lo que nos propusimos fue ampliar la perspectiva y hacernos responsables de nuestro propio desarrollo. En muchas oportunidades nos resulta más fácil poner la dificultad afuera, excusarnos con el contexto, y perdemos la posibilidad de sen- tirnos causa y no efecto de nuestro desarrollo profesional.
“¿Cómo hacer para que cuando pase el tren yo ya esté lista?”
Pensamos en cómo enfocarnos en lo que queremos (podés encontrar una actividad de mapeo en la siguiente página que te puede ayudar) y cómo bancarnos la incomodidad de la transición. Lo que planeamos no siempre sucede inmediatamente, “y si mirás a corto plazo, no sabés por qué lo estás haciendo, pero cobra sentido cuando reconocemos a dónde queremos arribar”, explicaba Andrea. Cada idea se entretejía con anécdotas e historias de frustración profesional. “Me di cuenta de que mi escritorio es más bien un consultorio donde todos dejan sus problemas y nadie trae una solución”, “quiero ser la gerenta buena y no sé decir que no, pero ¡estoy harta!”, “me cuesta irme temprano porque todos mis pares hombres se quedan después de hora, ¡y yo tengo hijos y vivo en provincia!”, fueron algunas de las observaciones personales. Y de a poco, al recuperar la fuerza de sentirnos líderes y no víctimas de nuestra situación laboral, las soluciones fueron apareciendo: “Es egoísta decir siempre que sí o ceder, en cambio, cuando ponemos límites, le damos la posibilidad al otro de que crezca”, sumaba nuestra coach. Nos fuimos con la conciencia de que todo es más posible si la responsabili- dad recae en nosotras, aunque a veces nos pese, porque nos convierte en líderes de nuestro cambio. •