¿Qué tipo de líderes necesita un barco, una organización, o un país, para sobrevivir y prosperar en estos tiempos vertiginosos e inciertos?
En los medios de comunicación y en las conversaciones cotidianas se repite el mote “pilotos de tormenta”, individuos poderosos, valientes, sobresalientes, sindicados como “los mejores” para alejar la nave del abismo y conducirla con firmeza hacia la tierra prometida. No hay dudas de que la pasión y la excelencia técnica son activos imprescindibles del liderazgo, pero también es cierto que demasiado entusiasmo, pragmatismo y potencia, pueden terminar en una experiencia Titanic, hundiendo junto al barco al capitán y a la tripulación entera.