El tren del cambio ya está en marcha. Tenemos que tomar una decisión: ¿vamos a quedarnos donde estamos, con el riesgo de perderlo? ¿Vamos a llegar tarde al andén y lanzarnos a correr para alcanzarlo? ¿No es más placentero, menos peligroso y agotador llegar puntuales y estar listos para abordarlo?
Supongamos que en este momento nos está yendo bien, muy bien. Los números cierran, los resultados nos dejan satisfechos y creemos que estamos trabajando en el tope de nuestro potencial. Cuando el presente nos endulza, sentimos que estamos donde queremos estar. ¿Para qué cambiar?
Nuevas reglas de juego están redefiniendo las maneras de trabajar y las competencias necesarias para sobrevivir y prosperar. En este proceso de continua reescritura, quien no avanza retrocede. Los individuos y las organizaciones que no puedan anticiparse a los cambios se van a quedar afuera del partido.
Nuevas competencias para un futuro incierto
La velocidad de las transformaciones del entorno acorta el promedio de vida de nuestras competencias a pasos agigantados. Si no las revisamos y las cuestionamos a tiempo no nos damos cuenta de que se están oxidando, que más temprano que tarde van a ser obsoletas y, quizás, contraproducentes. Ciegos al futuro, vamos a ver pasar el tren a toda velocidad y solo nos va a ser posible reaccionar con desesperación.
No alcanza solo con ser más ágiles, con correr más rápido. Si seguimos haciendo lo mismo de siempre, si seguimos usando las competencias y soluciones de nuestro inventario habitual, nos quedamos atrapados en la ruedita del hámster: a toda velocidad, pero sin avanzar ni un metro. Para subirnos al tren del cambio tenemos que hacer algo distinto, transformarnos.
“Nos enfrentamos a grandes transformaciones, y cada vez más rápidas. En un futuro cercano, más del 20% del trabajo de oficina lo van a poder realizar computadoras o robots. Para 2020, muchas de las grandes corporaciones tienen como objetivo que sus empleados trabajen en forma remota”, dice Marcelo Fandiño, Director Regional Cono Sur de Dell Technologies, y agrega: “Las nuevas plataformas digitales y los modelos predictivos basados en el análisis de grandes datos, hoy en sus inicios, van a seguir revolucionando la manera en que se toman decisiones en los negocios y creando nuevas oportunidades de desarrollo “. Las mediciones, las estadísticas, la búsqueda e interpretación de grandes datos son hoy habilidades críticas que no vamos a poder seguir ignorando si queremos evolucionar.
La tendencia creciente al trabajo por proyectos en equipos transversales nos desafía a traspasar los umbrales de nuestras competencias técnicas y desarrollar habilidades para construir redes, liderar y motivar a otros. Un jefe de área, por ejemplo, hoy tiene el desafío de comprender que gestionar el clima y retener talentos es parte de su responsabilidad, como lo es también empoderar a sus equipos para poder dedicar un porcentaje alto de su tiempo a pensar y producir la transformación de la compañía de la que forma parte.
Estos son solo algunos ejemplos de la transformación hacia la que tenemos que liderar nuestro propio cambio, aunque hoy no tengamos urgencia, si queremos ser parte de las decisiones del futuro
Mentalidad emprendedora
Si bien no podemos controlar todas las variantes del entorno, el éxito de nuestra transformación depende en buena parte de que nos tomemos el desafío con mentalidad emprendedora. Sin que nadie nos lo pida, sin que nos fuerce el contexto, asumir el compromiso de invertir nuestro tiempo y nuestros recursos en este proyecto, nosotros mismos.
Liderar nuestra propia transformación nos abre un sinfín de oportunidades para causar impacto, seguir creciendo y contribuir a la transformación de la cultura en las organizaciones. Al diseñar la arquitectura del futuro que deseamos ganamos poder y libertad, incluso para dirigirnos hacia lo que nos interesa, nos motiva y nos hace felices en el trabajo.
¿De qué lado viene el tren?
Las direcciones hacia donde se mueve el cambio no son obvias ni lineales. ¿Cómo estar preparados, si no tenemos certezas? Algunas tendencias ya son evidentes, como las que mencionamos antes. Otras son mucho más sutiles, todavía no hacen ruido, no emiten temperatura. Para divisar el tren a la distancia y prepararnos para las oportunidades que trae tenemos que estar alertas. Como si pasáramos un escáner por el entorno que haga visible los indicios de lo que se viene.
Si queremos anticiparnos a los cambios y no quedar a la deriva de los vaivenes del entorno tenemos que dejar de correr. Bajarnos de la ruedita del hámster y pensar estratégicamente en nosotros mismos hoy en relación al futuro.
Algunas preguntas posibles para liderar nuestro propio cambio son:
¿Cómo va a cambiar el trabajo que hacemos en los próximos tres, cinco años?
¿Hacia dónde van la empresa y la industria?
¿Qué sirve de lo que estamos haciendo hoy y vale la pena conservar?
¿Qué ya no sirve y, además, estorba en el camino?
¿Cómo nos tenemos que preparar para no quedarnos afuera?
¿Qué nuevos saberes, destrezas y actitudes tenemos que desarrollar para mantenernos competitivos y relevantes?
Las respuestas iluminan opciones que quizás hasta ahora no veíamos. Nos brindan un mapa claro para liderarnos hacia los cambios que necesitamos hacer para mejorar nuestro presente y prepararnos para las necesidades del futuro.