El propósito de mi método es que el cuerpo esté organizado para moverse con un mínimo esfuerzo y máxima eficacia, no a través de la fuerza muscular, sino de un mayor conocimiento de su funcionamiento.
Moshe Feldenkrais
El entorno en el que vivimos y trabajamos es cada vez más veloz e imprevisible. ¿Cómo prepararnos si no sabemos lo que va a ocurrir? ¿Cómo hacemos para atrapar la ola y surfear los cambios, y además hacerlo con gusto, compromiso y pasión?
Los surfistas se anticipan a la llegada de la ola remando fuertemente con sus brazos para ubicarse en el punto exacto en el que la misma fuerza del agua los impulsa a alcanzar la cresta. Atrapar la ola depende de una decisión y de un entrenamiento consecuente. Dominar el oleaje lleva tiempo, y hay que estar en forma para ese desafío. Primero hay que preparar el cuerpo con una buena alimentación y ejercicios para aumentar la fuerza y la flexibilidad. Luego repetir muchas veces los movimientos fuera del agua para dominar los giros y conservar el eje. Es importante desarrollar una actitud mental que nos permita vencer los miedos y la frustración, recuperarnos de los golpes y mantenernos calmos cuando nos arrastra la fuerza de la marea.
Ya en el agua, empezamos de a poco, remontando ondas mansas para ir ganando confianza y destreza sobre la tabla antes de animarnos a encarar una ola de buen tamaño. Es posible que tengamos que pegarnos algunos porrazos antes de dominar la técnica. Habrá que bucear por debajo de la espuma y volver a empezar. Lo importante es que no abandonemos. Todo el tiempo tenemos que estar atentos, mirar periféricamente para prevenir posibles choques y anticipar la ola que llega. Quizás tengamos que dejar pasar algunas hasta elegir la más adecuada, y luego hay que remar, remar y remar hasta sentir el tirón, pararnos sobre la tabla, dejarnos elevar y sentir el placer de deslizarnos ágilmente por la pared de agua.
Visto desde afuera, parece fácil, ¿no? Pero la excelencia lleva tiempo, esfuerzo y dedicación, sobre todo si pensamos que la práctica transcurre en una “cancha” en movimiento permanente y donde somos sacudidos por fuerzas ajenas que no podemos dominar.
Hacer siempre lo mismo, sin cuestionar nuestras maneras habituales de reaccionar a los cambios en el entorno, es como si nos quedáramos flotando en el agua, chapoteando siempre en el mismo lugar. Por inercia, corremos el riesgo de perder la ola o de ser arrasados por ella. Tenemos que prepararnos mentalmente para acompañar y aprovechar lo que se viene. Practicar nuestra capacidad de observación, estar abiertos a aprender, entrenarnos para pensar de una manera original y tomar la decisión de sostener los objetivos a través de las dificultades.
Es importante no querer cambiar todo de golpe, sobre todo si nos proponemos un cambio cultural. Para no frustrarnos y evitar las resistencias, es mejor elegir algunas cuestiones puntuales y avanzar a pequeños pasos, dándonos el tiempo necesario para profundizar y transformar en hábito lo que vamos logrando.